La historia comienza con Pierre es un germen, el hombre nuevo que se asoma sin ideas ni actitudes definidas a un mundo que se transforma. Después pasamos al el príncipe Andrei es el extremo representante de una generación superada, capaz de comprender sus defectos y de seguir con perfecta limpieza su decadencia, pero capaz así mismo de adaptarse a las nuevas formas de vida.
Andrei es, un aristócrata y como tal, esto lo lleva a solo poder vivir encerrado en una ideología con valores cumplidos: de aquí su amargo desprecio por el mundo en decadencia con el que vive y su aversión por el mundo nuevo.
En su vida social, Andrei sostiene las reformas, pero quiere mantener una rigurosa división de clases; en su vida afectiva, intenta un gran amor, pero quiere sentirlo inmediatamente perfecto, y cuando su amada, Natasha, le revela bruscamente el ímpetu de su naturaleza, Andrei es incapaz de dirigirla y siente por ella los mismos sentimientos que por todas las demás expresiones del mundo nuevo; Por ello desesperado, la abandona.
Sin embargo, Andrei llega a una conclusión: dentro de la decadencia de las generaciones exhaustas, las personas que las representan pueden de diferentes maneras hallar una esperanza, aunque sea destinada a permanecer oculta entre ellos, incomunicable para los hombres que siguen adelante.
Para Andrei esta esperanza deriva de la conciencia que cada vez es en él es más profunda y sentida de su extrañeza ante el mundo actual; deriva también de un lento iniciarse a la contemplación de se mundo con amor, aun sabiendo que no se podrá llegar a formar parte de él.
Lo manifiesta una intrínseca superación de todo cuanto es relativo; al alejarse de la vida en acto y proyectarse por igual más allá de lo viejo y de lo nuevo, Andrei puede contemplar todo cuanto le rodea sub specie aeternitatis y amarlo precisamente por lo que tiene de eterno.
Mortalmente herido en el campo de batalla, Andrei oye de cerca la voz de Napoleón y el paso de sus soldados y, con ellos, toda la epopeya de su tiempo que parece desencadenarse a través de aquella misma tierra sobre la que sus miembros pesan cada vez más.
Más tarde, durante su larga agonía, podrá volver a ver a Natasha Rostova y a concretar en su nuevo amor por ella el sentido de su alejamiento; al considerar a Natasha casi desde el más allá logra que su afecto se haga contemplativo y tierno; es un amor que no puede ayudar a aquel que vive sino mas bien ayuda a morir al que lo siente.