La reflexión acerca de la interdependencia que hay entre educación, productividad y empleo se encuentran varias de las preguntas y respuestas portadoras el futuro nacional, de sus equilibrios necesarios y retos a superar para lograrlos.
El meollo del asunto radica en orientar el desarrollo al objetivo de elevar la calidad de vida de la persona humana, de la familia, de la convivencia en sociedad sin exclusiones.
La educación tiene un gran poder transformador, favorable a la equidad y los equilibrios; para potenciar ese poder, es menester que nuestras escuelas y universidades impartan educación de mejor calidad, equidad social y pertinencia. Dos razones lo justifican plenamente.
Por un lado, nos enfrentamos en esta era del conocimiento y mundialización a un desarrollo tecnológico sin precedentes que ha elevado la capacidad de innovación del sistema económico y, por consecuencia, de la productividad, pero que también ha dislocado el mercado laboral al volver obsoletas en poco tiempo las habilidades aprendidas en el sistema educativo Y en la experiencia laboral. Para millones de trabajadores, esto ha representado una crisis demasiado prolongada.
La capacitación y adaptación de la persona a la demanda del mercado laboral se consigue mejor con una población educada. El objetivo superior de todo proyecto educativo debe ser el de motivar y satisfacer la curiosidad natural que caracteriza a los seres humanos, Y desarrollar sus facultades de aprendizaje a lo largo de toda la vida. Los planes de estudios rígidos carecen de sentido en el mundo cambiante de nuestros días.
Necesitamos un sistema educativo mucho más flexible, estimulante Y diverso que enseñe a aprender de los procesos de la naturaleza Y de la sociedad. La calidad de la educación está, en buena medida, en manos de los maestros abiertos al cambio, a la innovación, al aprendizaje permanente. Los maestros deben ser mucho más que buenos transmisores de conocimientos. El México del siglo XXI espera de sus maestros que sean los centros motores del cambio: los coordinadores, en cada aula, en cada escuela, de los procesos Y actividades de aprendizaje.
La educación es, por excelencia, el medio para elevar permanentemente nuestro bienestar personal y familiar, convivir en sociedad de manera democrática, solidaria y civilizada, y participar activa y eficazmente en las decisiones que conducirán al mundo en el Siglo XXI.La equidad en las oportunidades de educación supone que nadie se quede sin ir a la escuela o la universidad por falta de recursos económicos.
Fernando Solana
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